domingo 27 de abril de 2025 - Edición Nº2335

Actualidad | 16 abr 2025

Y llegó el día

Pupy deja Buenos Aires y comienza su nueva vida en libertad en el Santuario de Elefantes de Brasil

Después de más de tres décadas de cautiverio, la elefanta africana Pupy dejó el Ecoparque porteño para iniciar un viaje histórico hacia la libertad.


Su destino es el Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), ubicado en Mato Grosso, un espacio natural de 1.110 hectáreas donde podrá caminar sobre pastos reales, explorar nuevos aromas y reencontrarse con su esencia.

Un viaje que tardó años, pero al fin es realidad

La historia de este traslado comenzó en 2017, pero recién ahora se concretó tras superar años de demoras burocráticas. El proceso fue seguido con emoción por miles de personas que celebraron en redes sociales el inicio de una nueva etapa para Pupy, quien llegó al zoológico porteño el 22 de mayo de 1993.

Durante su estancia en Buenos Aires, Pupy perdió a su madre y, más recientemente, a Kuky, su compañera de cautiverio, que murió en octubre de 2024 mientras esperaba también ser trasladada. Esa pérdida fue determinante: reforzó la urgencia del traslado de Pupy, que por fin dejará atrás el cemento y los ruidos de la ciudad.

Del encierro al verde: así será su nuevo hogar

Pupy será la primera habitante del sector exclusivo para elefantas africanas del SEB. Pronto se le unirá Kenia, procedente del exzoológico de Mendoza. Aunque no compartirá espacio con Mara, la elefanta asiática que vive allí desde 2020, tal vez reconozca sus "cornetazos", como llaman los expertos a sus vocalizaciones.

El santuario está diseñado para ofrecer un entorno lo más cercano posible al hábitat natural de estos animales. Su espacio inicial abarcará 15 hectáreas, con zonas de expansión previstas a 30 hectáreas más. Allí podrá caminar libremente, bañarse con barro, sentir la lluvia y establecer vínculos que en el cautiverio eran imposibles.

Preparativos para un traslado sin precedentes

El equipo del Ecoparque, junto a la Fundación Franz Weber y personal del SEB, trabajó durante años en la preparación del traslado. Las últimas semanas fueron clave: Pupy fue entrenada con estímulos positivos para familiarizarse con la caja de transporte y los procedimientos médicos, sin uso de fuerza ni coerción.

Desde enero, veterinarios, cuidadores y especialistas llevaron adelante entrenamientos diarios, incluso fines de semana, para garantizar su bienestar. La relación de confianza entre la elefanta y su equipo humano fue determinante para lograr que se subiera voluntariamente al contenedor.

La caja, especialmente diseñada, cuenta con ventilación y monitoreo por cámaras. Durante los cuatro o cinco días de viaje, se realizarán paradas programadas para controlar su estado y asegurar su comodidad, ajustándose al clima, el tráfico y los controles aduaneros.

Una historia de dolor que empieza a sanar

Se estima que Pupy tiene 35 años, pero su origen es incierto. Como muchas elefantas africanas en cautiverio, habría sido víctima de cazadores furtivos, separada de su manada y vendida a zoológicos tras pasar por centros de acopio.

Su arribo al antiguo zoológico coincidió con la gestión privatizadora de Gerardo Sofovich, que buscaba atraer visitantes con animales exóticos. En 1993 llegaron Pupy y Kuky. Dos años después, Mara.

Las tres elefantas compartieron recinto por décadas, aunque debieron rotarse el acceso al área exterior porque no lograban una convivencia armónica. La falta de espacio, el ambiente artificial y la imposibilidad de socializar de forma natural marcaron profundamente su salud física y emocional.

El grito de libertad que comenzó con Mara

La historia cambió en 2020 con el traslado de Mara. Su llegada al SEB fue seguida en vivo por miles y marcó un punto de inflexión. Luego, en 2022, se sumaron Pocha y Guillermina, madre e hija provenientes del zoológico de Mendoza. Pocha, sin embargo, murió tras solo cinco meses en libertad, luego de pasar 54 años en condiciones deplorables.

Tras estos traslados, se esperaba que Pupy y Kuky fueran las siguientes. Pero la burocracia volvió a actuar con lentitud y Kuky murió esperando. Pupy lo vio todo. Ahora, el viaje que inicia es también un homenaje a su compañera.

Una red silenciosa que lo hizo posible

La concreción de este traslado fue posible gracias al trabajo conjunto entre organismos públicos y organizaciones sin fines de lucro, como la Fundación Franz Weber. “Sin la colaboración de decenas, a veces cientos de personas, nada de esto sería posible”, afirmó Daniel Moura, biólogo del SEB.

En el santuario trabajan 21 personas: desde sus fundadores, Kat y Scott Blais, hasta veterinarios, biólogos, cuidadores e ingenieros. Todos comprometidos con un mismo objetivo: restituir la dignidad a animales que fueron condenados al encierro.

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