

Cerca de la medianoche, una multitud se concentró en Plaza de Mayo para alzar la voz en contra de las políticas de seguridad del Gobierno de Javier Milei.
El desencadenante de la protesta fue la noticia de que el reportero gráfico Pablo Grillo—gravemente herido al recibir un cartucho de gas lacrimógeno—se encuentra en estado crítico. La agresión, ocurrida durante la marcha de jubilados, se vio agravada por las polémicas declaraciones de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien afirmó falsamente que Grillo “es un militante kirchnerista y está preso”.
Inicio en Barrios Porteños:
La jornada comenzó con cacerolazos en varios puntos de la Ciudad de Buenos Aires, incluyendo Palermo, Almagro, Caballito, Colegiales, Villa Crespo, Chacarita y Recoleta.
Expansión en el Conurbano:
En distritos del conurbano bonaerense, como Avellaneda, Ramos Mejía, Morón, San Martín y Vicente López, también se registraron manifestaciones similares, evidenciando el amplio rechazo ciudadano.
Caravana hacia Plaza de Mayo:
Cerca de las 22 horas, una caravana de manifestantes recorrió la avenida Corrientes hasta llegar a Plaza de Mayo, donde la protesta se intensificó con exigencias claras: el fin de la represión policial, una investigación exhaustiva sobre los hechos y la renuncia de Patricia Bullrich.
Las declaraciones de Bullrich, que pretendían justificar el accionar policial al tildar a Pablo Grillo de “militante kirchnerista” y afirmar que se encontraba detenido, han sido desmentidas por los hechos. Grillo sigue recibiendo atención médica en estado crítico, lo que ha incrementado la indignación entre los ciudadanos, quienes ven en estas afirmaciones una manipulación de la realidad.
La protesta se inscribe en un clima de creciente tensión política y social, donde la ciudadanía se moviliza para exigir el respeto de los derechos fundamentales y rechazar las políticas de seguridad que consideran autoritarias.
Los manifestantes no solo reclamaron el fin inmediato de la represión policial, sino que también exigieron: