

El Papa instó a desactivar las "bombas del egoísmo, del orgullo y de la soberbia humana", señalando que el diálogo es el único camino para romper las cadenas de odio y venganza. Abogó por una "diplomacia de la esperanza" que permita disipar las "densas nubes de la guerra" y traer un "renovado viento de paz".
Francisco expresó preocupación por la falta de efectividad de las instituciones internacionales para garantizar la paz y afrontar retos como el cambio climático y la inteligencia artificial, destacando su incapacidad para responder a los desafíos actuales.
El Papa reiteró su pedido para abolir la pena de muerte en todo el mundo y llamó a las naciones más ricas a condonar las deudas de los países más pobres, subrayando la deuda ecológica entre el norte y el sur como un aspecto clave de la justicia global.