Con la llegada de Javier Milei al Gobierno, se implementó un programa de ajuste fiscal, devaluación y reordenamiento de precios relativos, generando un shock inflacionario que elevó la pobreza al 55% en los primeros meses de 2024. Sin embargo, el panorama comenzó a revertirse en el tercer trimestre, alcanzando el 49,9% de pobreza y un 12,3% de indigencia.
Según el director del ODSA, Agustín Salvia, este escenario refleja el agotamiento de un modelo político y económico fallido basado en el consumo financiado con déficit y endeudamiento. A pesar de las consecuencias negativas, Salvia señala que estamos en un proceso de transición hacia un sistema que busca superar las trampas del subdesarrollo.
El panorama es aún más desolador entre los niños: 65,5% de los menores de 17 años vive bajo la línea de pobreza y 19,2% en indigencia. El informe alerta que dos de cada diez niños sufren pobreza extrema, acercándose a los niveles más críticos de la crisis de 2022.
La privación alimentaria alcanzó al 24,3% de los hogares en 2024, cifras similares a las de 2004-2005. En este contexto, la asistencia social juega un rol crucial: el 36,3% de las familias dependen de programas como la Asignación Universal por Hijo (AUH). Sin este apoyo, la pobreza se elevaría al 54,1% y alcanzaría el 55,4% sin la AUH y pensiones no contributivas.
La capacidad de ahorro se desplomó, pasando del 11,1% en 2023 al 9,1% en 2024, y uno de cada tres hogares redujo gastos en servicios esenciales.
En el ámbito laboral, solo 4 de cada 10 personas activas tienen empleo pleno, y la mayoría de los trabajadores en el sector microinformal residen en hogares pobres (44,8%). En contraste, este porcentaje se reduce al 23,2% en los sectores formal público y privado.
El informe concluye que Argentina enfrenta una crisis sistémica donde la pobreza y la desigualdad permanecen como desafíos estructurales. Aunque las políticas recientes buscan estabilizar el sistema, el camino hacia una recuperación sostenible aún parece distante.