Celebración de los 95 Años del Puente Colgante Hipólito Yrigoyen

Construido entre 1925 y 1929, este puente de 270 metros de longitud, con un vano central de 150 metros sostenido por 32 cables, se ha convertido en una postal emblemática y motivo de orgullo para los habitantes de la región.

La construcción del puente fue un hito tecnológico para la época. La compañía francesa "Chantier et Atelier de la Gironde" utilizó materiales y técnicas avanzadas para asegurar su resistencia y durabilidad. El puente no solo facilitó la conexión física entre las ciudades, sino que también se transformó en un punto de referencia cultural y turístico para Necochea.

En 2006, el puente fue sometido a una restauración significativa como parte de un plan de preservación de obras históricas de la provincia de Buenos Aires. Esta renovación incluyó la pintura de las cabeceras, el reacondicionamiento de caminos y la instalación de iluminación moderna, garantizando su conservación para las generaciones futuras.

Además de su valor arquitectónico, el Puente Colgante Hipólito Yrigoyen ha sido reconocido como Patrimonio Provincial y Municipal desde 1994 y, finalmente, como Patrimonio Histórico Nacional en 2017. Este reconocimiento subraya su importancia cultural y su papel en la historia argentina.

Con la mirada puesta en el futuro, un grupo de vecinos ya se prepara para los festejos del centenario del puente en 2029. Han presentado un proyecto al Concejo Deliberante para organizar eventos conmemorativos y promover el turismo en la zona, destacando la necesidad de preservar y valorar este ícono histórico de Necochea. Ariel González, Fernando Tripiana y Carlos Palotta fueron recibidos por el presidente del cuerpo, Guillermo Sánchez, a quien presentaron un proyecto integral que incluye la organización de los festejos y propone una ambiciosa puesta en valor de la estructura, con la creación de dos paseos turísticos a lo largo de cada margen del Río Quequén.

El Puente Colgante Hipólito Yrigoyen sigue siendo mucho más que una estructura de acero y hormigón; es un símbolo de la identidad local y una conexión viva con el pasado, presente y futuro de la comunidad necochense.