En los mensajes, los trabajadores describen las graves fallas que existían en la planta de producción. Uno de ellos, en mayo de 2024 (siete meses antes del brote), ya advertía: "Hasta que no pase algo grave, parece que no van a escarmentar".
Los chats muestran indicios de manipulación de documentación y registros de producción, conocidos como batch records, que, según los propios empleados, no se completaban correctamente y eran inventados con posterioridad.
También se evidencia la falta de mantenimiento en el equipamiento. Un mensaje técnico revela sospechas de que el espectrofotómetro, un dispositivo clave para el control de calidad, estaba fallando porque "nunca se calibró o se le hizo mantenimiento".
Además de las fallas operativas, las conversaciones documentan problemas de infraestructura alarmantes: suelos deteriorados, techos dañados, presencia de palomas en los depósitos y humedad en reactivos que podían generar riesgo de explosión.
La fiscal Roteta ya imputó a Ariel García Furfaro y a otros responsables, con penas de hasta 25 años de prisión. Con estos chats, la Justicia tiene pruebas de que la negligencia en el laboratorio era un problema conocido y estructural.