Desde la noche del martes, una multitud se reunió en el lugar del bombardeo, portando pancartas con mensajes como “La alianza Japón-Estados Unidos es una alianza de guerra” y “Alto a la guerra nuclear”. Los manifestantes expresaron su profunda preocupación por el aumento del presupuesto de defensa japonés, los ejercicios militares a gran escala con Estados Unidos y la exploración del controvertido concepto de “compartir armas nucleares”.
Yasuhiro Ikkanda, co-representante de los organizadores de la protesta y descendiente de víctimas de la bomba atómica, declaró que estas acciones representan una grave desviación de la constitución pacifista de Japón. Ikkanda enfatizó: “La tragedia de Hiroshima no debe olvidarse. El gobierno debe esforzarse por lograr una paz genuina”.
En la ceremonia oficial, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, reafirmó el compromiso de Japón con sus Tres Principios No Nucleares. Por su parte, el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, instó al público a recordar la devastación nuclear y a promover los ideales de paz. No obstante, según la agencia de noticias Xinhua, ninguno de los funcionarios mencionó el contexto histórico del bombardeo de Hiroshima.
Es importante recordar que el 6 y el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, respectivamente, para acelerar la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Durante décadas, el gobierno japonés ha sido criticado por evitar reconocer su papel en la guerra de agresión, presentándose principalmente como víctima de los bombardeos atómicos, con escasa mención del sufrimiento infligido a China y otros países asiáticos durante el conflicto.