

Además de presidente y vicepresidente, en esta elección se renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 34 bancas del Senado, además de cargos estatales en varias regiones.
En Estados Unidos, cada estado aporta una cantidad específica de electores al Colegio Electoral, equivalente a su representación en el Congreso. El candidato que obtiene la mayoría en un estado se lleva todos sus votos electorales, independientemente del margen de victoria. California (54), Texas (40), Florida (30) y Nueva York (28) son los estados con más votos, mientras que Alaska, Wyoming, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Delaware y Vermont tienen solo tres cada uno. Para ser proclamado presidente, el candidato debe lograr 270 votos electorales. En caso de empate, la Cámara de Representantes elige al presidente y el Senado al vicepresidente.
El desenlace dependerá de los resultados en los “swing states”, aquellos sin una preferencia política clara, que concentran los esfuerzos de campaña de ambos partidos. Estos estados son Pensilvania (19 votos), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Míchigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6). Serán decisivos para definir si Harris hace historia como la primera mujer presidenta de EE.UU. o si Trump regresa a la Casa Blanca tras perder en 2020.
Donald Trump, al igual que en 2020, ha sembrado dudas sobre la transparencia de la elección, advirtiendo a sus seguidores que solo un fraude podría frenar su victoria. En un evento reciente en Arizona, afirmó que “una victoria demasiado grande para ser manipulada” es la única forma de ganar sin controversias. Trump también evitó aclarar si aceptará los resultados, alimentando los temores de que el final de esta elección pueda estar marcado por nuevas tensiones políticas.