

En un contexto de descenso en el consumo de alimentos básicos, las empresas del sector alimentario han experimentado un asombroso aumento en sus ganancias, que alcanzaron un incremento del 1300% entre noviembre de 2023 y julio de 2024.
Este crecimiento desmedido contrasta drásticamente con la caída en el consumo, lo que plantea serias preguntas sobre las políticas de desregulación implementadas por el gobierno. Mientras que los precios de los alimentos para el consumidor se elevaron un 128%, las familias argentinas se han visto obligadas a restringir su capacidad de compra, especialmente en productos esenciales. Por ejemplo, el costo del guiso aumentó un 151%, y el mate cocido con pan subió un 147%.
El estudio también destaca que, entre noviembre y julio, el consumo de alimentos se redujo un 16% en supermercados y un 11% en autoservicios mayoristas. Las categorías más afectadas incluyen bebidas (-26%), lácteos (-12%), carnes (-9%), frutas y verduras (-7%), y productos de almacén (-6%).
A pesar de esta restricción en el consumo por parte de las familias, las empresas alimentarias y el complejo exportador, beneficiadas por la eliminación de políticas regulatorias, han visto un incremento significativo en sus ganancias. El sector exportador de granos, en particular, ha sido uno de los más favorecidos, con un aumento del 4900%.
El informe enfatiza que, además de crear un entorno favorable para las grandes empresas, la desregulación ha implicado el desmantelamiento de programas de apoyo a pequeños productores, como Pro Huerta, y la eliminación de controles sobre precios y el acceso a productos de primera necesidad. Estos cambios han profundizado la crisis alimentaria en el país y subrayado la necesidad urgente de una revisión de las políticas alimentarias.