

Las gemelas, que nacieron con un peso de 1800 gramos cada una en el Hospital Argerich y luego fueron trasladadas al Garrahan para su cirugía, fueron intervenidas a principios de agosto. Esta compleja operación fue comandada por el Dr. Víctor Ayarzábal y contó con la participación de un vasto equipo que incluyó instrumentadores quirúrgicos, enfermeros, técnicos de rayos, anestesia y hemoterapia, especialistas en tecnología médica, cirujanos y el Dr. Santiago Aleman, jefe de cirugía plástica reconstructiva del hospital.
Los padres de las pequeñas conocían la condición de sus hijas desde los primeros meses del embarazo y se prepararon para afrontar las dificultades tanto antes como después del parto.
Según explicó Mariano Boglione, jefe del quirófano, el equipo médico ensayó y planificó cada movimiento para asegurar el éxito del procedimiento. Si bien se trataba de una cirugía riesgosa, la probabilidad de supervivencia era alta, dado que cada niña contaba con su propio hígado funcional. Este aspecto fue clave para la separación: aunque las bebés nacieron "unidas por el hígado y una partecita del esternón", los especialistas lograron seccionar cada uno de los órganos para que ambas tuvieran el suyo funcionando correctamente.
Tras la exitosa intervención, las gemelas permanecen en la unidad de terapia intensiva neonatal bajo monitoreo constante. Ya fueron retiradas de la asistencia respiratoria mecánica y su recuperación es favorable. Una vez que superen esta etapa crítica y puedan alimentarse por sí solas, recibirán el alta para regresar a su hogar en Rosario junto a su familia.