

El equipo liderado por el profesor Hiromi Sakai inició los primeros ensayos en humanos en 2020 y completó la fase más reciente en primavera de este año. En estos ensayos, se administraron entre 100 y 400 ml de HbV a 16 voluntarios sanos para evaluar su tolerabilidad, farmacocinética, posibles efectos adversos y reacción inmunológica.
En una futura fase, se explorará la eficacia práctica de esta sangre artificial en tratamientos médicos. El protocolo japonés incluso considera su inclusión en recursos de pre-hospitalización, como ambulancias, helicópteros médicos y servicios de urgencia en zonas aisladas. Esta innovación podría ser vital en situaciones de emergencia como desastres naturales, accidentes graves o cirugías urgentes en áreas remotas donde el acceso a bancos de sangre es limitado.
A diferencia de otras investigaciones globales, como los trasplantes de glóbulos rojos cultivados en laboratorio en el Reino Unido (2022) o las inversiones en sangre sintética en Estados Unidos, el modelo japonés se distingue por varias ventajas:
Aunque los resultados preliminares son prometedores, los investigadores señalan que aún faltan pruebas definitivas en poblaciones vulnerables, como enfermos críticos, pacientes hematológicos, niños y ancianos. Sin embargo, si los ensayos confirman su viabilidad y seguridad, esta sangre artificial podría revolucionar la medicina, eliminando las barreras de los grupos sanguíneos y aliviando la escasez crónica de sangre almacenada en los bancos.