miércoles 03 de julio de 2024 - Edición Nº2037

Columnistas | 18 mar 2021

Editorial

Ahora que encontraron a Maia, sáquenla de ahí

La desaparición de la nena de 7 años captó la agenda a nivel nacional, una foto que se repite, un Estado ausente y una parte de la sociedad que en 70 horas vio a aquello que ignoró durante décadas.


Por: Joaquín Nabais

 

Maia tuvo que desaparecer para aparecer. La desaparición de la niña de 7 años tuvo en vilo a todo el país desde que se conoció el hecho puso en relieve no sólo la organización por parte de una comunidad de vecinos para que el Estado de una respuesta, sino como una gran parte de la sociedad ignora a personas que para ellos no existen.

Según estimaciones de UNICEF, en la Argentina el 62,9% de los niños y niñas son pobres, esto significa que el 2020 se sumaron 1,3 millones de chicos a uno de los índices más crueles, la pobreza infantil. La Encuesta Permanente de Hogares estableció en el segundo semestre del año pasado que el 56,3% de personas de 0 a 14 años se encuentran en la pobreza, pero el dato más alarmante es que el 15,6% de los chicos son indigentes, miles de Maias. 

De un país donde los únicos privilegiados debían ser los niños, a una Argentina donde los únicos privilegiados son cada vez menos. El año pasado se debatió el Importe Extraordinario de las Grandes Fortunas, donde una gran parte de la representación política del país decidió ausentarse de la discusión. No sólo por especulación política, Juntos por el Cambio logra representar a la perfección a una identidad política de nuestra sociedad, que considera que los privilegiados no tienen porque dar la discusión y que no tienen nada que hacer por los que tienen poco. Pareciera que la solidaridad para algunos solamente debe ser reactiva y no una parte que supo ser el pilar del funcionamiento de la sociedad argentina.

Solamente en la Ciudad de Buenos Aires hay 800 chicos en situación de calle, basta con mirar en los alrededores de Necochea lo que dejó una recesión económica sostenida y el desarrollo desigual urbano de nuestro distrito que tiene su mayor peso simbólico en un barrio privado en medio de la villa balnearia. Que no nos sorprenda la acumulación de generaciones en la condena de la pobreza, cuando durante décadas en nuestro distrito se ha trabajado para destruir todo elemento igualador que pareciera beneficiar a unos pocos intereses. 

La respuesta fácil, “es problema del presidente”, sí por supuesto, es problema de toda la clase política y de la sociedad, empezando por el intendente. El municipio tiene herramientas para hacer frente a la emergencia de quienes siempre se los olvida, y si no las tiene faltaría un poco de imaginación política para que en Necochea aquello de lo que reniega una mayoría hipócrita sobre los pobres sea una realidad, el trabajo, la vivienda y la inclusión a un sistema de aquellos que se quedaron del otro lado del vidrio.

Maia tuvo que desaparecer para mostrar la intimidad más inhumana, mientras muchos medios repetían alegres y con desconocimiento: "Maia vuelve a casa". Esto es un llamado a ver la realidad y hacer algo, hay una mayoría invisible para otra mayoría que habla mucho del otro en la Argentina. 

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